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La celebración de Corpus Christi surgió en la Edad Media y fue una mujer, Juliana de Cornillón, la que promovió la idea de celebrar una festividad en honor al cuerpo y la sangre de Cristo, presente en la Eucaristía.



Ahora es un hombre, Ricardo Ma. Garibay, quien celebra una fiesta en honor del cuerpo y los sentimientos de la mujer. Con su inigualable maestría en el manejo del claro obscuro y ese erotismo que desborda su ser, nos muestra a mujeres con los brazos extendidos y las piernas empalmadas, quizás abrazando y protegiendo al mundo, o tal vez en una entrega total al ser amado. Y el  gesto de su rostro es ¿sufrimiento, pasión o un cansancio pasajero?


También, vemos al hombre con infinita ternura, o quizás inundado por la piedad, cobijar a la mujer exangüe, a su compañera a la que el diario devenir ha dejado inerme por un momento; pero como siempre ella se levantará, resucitará como cada día y seguirá con sus mil y un tareas.


La mujer embarazada que acaricia a su bebé ¿En qué pensará? ¿Tendrá miedo de entregar a su hijo o hija a la humanidad? ¿Pensará acaso en cómo salvar a este mundo para que su bebe no viva en miedo de la inseguridad, de la corrupción o sea asesinado en medio de la noche? ¿O acaso solo entona una canción mientras sueña con arrullarlo?


Corpus Crista es un himno a la vida, a la lucha cotidiana, a la mujer. Nos muestra a mujeres reales de nuestro tiempo. A mujeres dispuestas a ofrendarse, a luchar, a resucitar, a tomar decisiones y a crear su propio modelo de mujer. Mujeres que día a día libran batallas para hacer cambios y mejorar nuestro mundo. Y dentro de la belleza de su fotografía Ricardo nos deja una reflexión ¿Y si cristo hubiera sido mujer?

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